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Vivienda e infraestructura en Municipios y Provincias que busquen desarrollo sin costo fiscal.
Urbanización y Vivienda
Fideicomisos Vecinales y Viviendas Industrializadas Escalables
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Productos
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Estructuramos Fideicomisos para Regularización Dominial y Urbanzación
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Los costos básicos se estiman en U$S 1.000 por costo de tierra
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Resolvemos problemas por ocupaciones ilegales
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Desarrollamos una línea de vivienda con proveedores de primer nivel
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Edificios - Unidades de 72m2 divisibles - (Unitario U$S 30.000 + Tierra)
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Casas - Estructuras de 80m2 ampliables a 120 - (Unitario U$S 25.000 + Tierra)
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Estructura y Kit de Equipamiento para Vivienda Unifamiliar (Desde U$S 10.000)
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Concepto
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La urbanización de un barrio no es solo que tenga agua potable y cloaca. Es que haya una profesora de piano y otra de inglés, una mercería en donde tal vez una mujer haga un dobladillo o venda un dedal, un taller en donde se arregle un auto y un chico que es mal estudiante se haga aprendiz para ser un buen mecánico a los 22 años. Alguien horneando, alguien arreglando, alguien cuidando o curando, estudiando o descansando, diseñando, programando, o contabilizando y más gente haciendo lo que hace la gente cuando vive y trabaja con naturalidad.
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Es que haya no solo un espacio vacío para estar, sino un club social y deportivo o una plaza. Donde haya un salón en donde festejar un cumpleaños de 15, un casamiento o una fiesta de egresados y donde hayan amiguitos y amiguitas para los menores y vecinos para los mayores.
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La urbanidad y el gerundio, van de la mano. No hay urbanidad en la inacción.
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Por un barrio urbanizado no pasan solo caños. Pasan proveedores, vigilantes, recolectores de residuos y sobre todo medios de transporte público. Y para eso un barrio no requiere solo un "tanquecito" de agua arriba de cada "techito" de cada "casita"; sino que necesita tener eso tan concreto que se llama urbanidad y que se basa en una cantidad de familias, talleres, oficinas y comercios en pocas hectáreas.
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Un espacio urbano tiene bares, librerías, talleres no solo de autos y esas cosas que definen a la ciudad contemporánea.
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Por eso asociamos empresas e instituciones públicas y privadas en el proyecto de homologar, difundir y proveer edificios evolutivos, que aunque se pueden utilizar desde los primeros 80m2, se diseñaron para ocupar al menos 3 veces la superficie que ocupan, o sea 360m2 construidos, más azotea utilizable, cada 120m2 de suelo.
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Esto es porque los sectores socio económicos medios y altos pueden vivir relativamente bien en barrios parque, en áreas residenciales de casas amplias con terrenos generosos, a cierta distancia de la urbe, porque generalmente tienen más de un auto en la familia, manejan sus horarios para esquivar los picos, y dinero para compensar el tiempo que usan viajando, pagándole al personal doméstico que hace los deberes diarios en sus casas.
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Mientras que el sector trabajador, asalariado o independiente, más o menos profesional y que trabaje en blanco o negro pero “laburante” al fin, necesita llegar rápido a casa a preparar la comida, a revisar los cuadernos con los chicos, a tomar un café con sus amistades o a pasar por un médico.
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Ergo, cuando se habla de hacer casas sociales, hay que olvidar de una vez y para siempre esos conjuntos de casitas chiquititas, en barrios en los que por 30 años no vivirá la cantidad de gente necesaria para que sea un buen barrio. Y pensar en como hacer barrios que en menos de 3 años tengan tres pisos de altura, más de 200m2 construidos en cada parcela, una vereda que conforme una calle linda, segura, plena de vida, con comercios, pequeñas empresas de servicios y muchas viviendas lindas, amplias y adecuadas a que las familias y sus vecinos puedan, entre todos sostener esos servicios que requieren para vivir bien.
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Industrializar la urbe no es hacer casitas en serie, todas chiquitas, todas aisladas, de esas que son perfectas para una quinta o un terreno en donde pasar las vacaciones. Y más allá de que hay muchas familias que elijen el campo o los espacios suburbanos para residir, la migración hacia ciudades es una tendencia que los estados deben asumir de una vez por todas, dejar de sorprenderse y generar ciudad para sus ciudadanos.
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Industrializar la urbanidad y la ciudadanía es adoptar los mecanismos productivos, urbanísticos, políticos y financieros para que broten los barrios en los que las familias quieren realmente vivir. Y debemos asumir, como argentinos que con 10 millones de excluidos urbanos, incluirlos en la urbanidad no debe ser visto como un problema sino como una oportunidad de crear empleo, riqueza estructural, demanda de bienes y servicios, tributos genuinos y cultura, que no pasa por una dádiva política ocasional sino por un proyecto nacional de desarrollo.
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En América Latina, según el Banco Mundial, 200 millones de personas están excluidas del hábitat, y en la Argentina, no menos que 10 millones, que residen en los más de 2.000 grandes asentamientos y otros 3.000 pequeños, que requieren la implementación urgente de un programa de regularización, urbanización y densificación. Para lo que no hace falta nada más que voluntad política y un modelo masivo de crédito a basar en compra de flujos futuros salariales, garantizable en muchos casos por las organizaciones sindicales, y que bajo ningún punto de vista puede considerarse subsidio, ya que tiene recupero a mediano plazo, es creador de riqueza pública y privada y no implica gasto. Un millón de créditos para que un millón de familias demandantes, con capacidad y vocación de pago, mejoren sensiblemente sus barrios y hogares, incrementando la demanda real de trabajo para personas y empresas; es superadora de cualquier política de subsidios. O incremento de salarios puramente nominales en un marco inflacionario.
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